El futuro del vínculo entre biodiversidad y desarrollo en América Latina y el Caribe depende de movilizar capital de largo plazo y con visión paciente, alineado con el capital natural, y de superar los esquemas financieros de corto plazo que impulsan la degradación. Para salir de la trampa de ingresos medios, la región necesita elevar significativamente su inversión en I+D —de 35.000 a 130.000 millones de dólares anuales— y transitar hacia innovaciones disruptivas inspiradas en la naturaleza, una vía escalable para un desarrollo productivo basado en la biodiversidad. El informe destaca que las desigualdades territoriales en capacidades científicas y tecnológicas son determinantes, ya que las zonas más biodiversas suelen carecer de ellas, lo que exige redistribuir la inversión en I+D para mejorar la equidad y la eficiencia. En este contexto, el trabajo de CAF es clave para atraer capital paciente, reducir riesgos, promover la cooperación científica regional e integrar el conocimiento científico en políticas y financiamiento, como lo respalda la Declaración Chicó-Bogotá de 2024.